Me cambié de ropa: me puse unos pantalones negros y flexibles y una camiseta ajustada. Até a mi cinturón un par de puñales, introduciendo otro en la bota, y me coloqué en el pelo un par de horquillas impregnadas en veneno. Finalmente, oculté un revólver en el bolsillo de la cazadora.
Según los informes, en ese momento, Sutter estaba en su trabajo como guarda de seguridad de una fábrica del Sector Industrial.
Al llegar al lugar, bajé del coche y le busqué. Fingí que mi coche me había dejado tirada. Cuando se acercó a examinar el motor, bajé el capó y le golpeé. Al ser tan corpulento, apenas acusó el golpe.
Me miró con ira, yo saqué el revólver y le apunté.
- Cabrón, ¿recuerdas a Amy y Robert Morrow? Pues esto va por ellos.
Él rió y con rapidez me pegó una patada en la cara que me hizo caer al suelo. Disparé y le di en el hombro izquierdo. Con un rugido de dolor, me pisó la muñeca hasta que crujió y me hizo soltar el arma. El dolor me cegó momentáneamente y Sutter lo aprovechó para arrojarse sobre mí y golpearme. Me quitó los cuchillos del cinturón y con uno de ellos me hizo un corte superficial en la mejilla. Conseguí alcanzar el otro, que había dejado a un lado, y se lo clavé en la ingle, despistándolo. Conseguí zafarme y, cuando casi alcancé el revólver, me golpeó en la nuca. Perdí la consciencia por un momento y al despertar, a pesar de estar herido, con su mano izquierda rodeaba mi cuello y en la derecha sostenía un cuchillo.
- Vas a ver lo que es sufrir, preciosa - escupió con rabia.
Rajó mi camiseta, la apartó y posó el filo del cuchillo sobre mi ombligo. Lo clavó sin llegar a hundirlo y siguió el corte hasta llegar a mi cuello, en línea recta. Grité y él rió. Me arrojó de bruces al suelo, se colocó encima y recorrió parte de mis piernas con el cuchillo. Saqué fuerzas de donde pude: recordé a mis padres, que habían sido asesinados por esa bestia, y a Jacob, al que necesitaba volver a ver. Traté de incorporarme de golpe, sorprendiéndole, y soportando el terrible dolor que me atenazaba el pecho, me quité una horquilla y se la hundí en el ojo. Soltó el cuchillo y se apartó. Yo lo recogí y le apuñalé.
Estaba cansada y mareada, me dolía todo el cuerpo y notaba cómo perdía cada vez más sangre, pero no podía más que quedarme allí tendida. Cerré los ojos.
No sé cuánto tiempo pasó, pero oí la voz de Jacob gritando mi nombre al verme tumbada en un charco de sangre. Vi sus ojos grises mirándome asustados cuando llegó a mi lado y vio mi situación, observé cómo llamaba a la ambulancia. Apoyó mi cabeza en su regazo e intentó detener mi hemorragia. Tomé su mano y me la llevé a los labios.
- Jacob - susurré - no me dejes, por favor... - las lágrimas corrieron por mis mejillas ensangrentadas, yo que nunca lloraba...
- Shh - me acunó él - estoy aquí, contigo, y no me voy a ir, ni ahora ni cuando te recuperes.
Rozó mi frente con sus labios y sentí como la consciencia me abandonaba.
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