14 dic 2013

La Cazadora Cazada - Capítulo 14

-Mis padres murieron en uno de los laboratorios del Sistema cuando yo tenía diez años y mi abuela me crio. En mi familia eran rebeldes y a mí me entrenaron para infiltrarme en la Guardia del Sistema y actuar desde dentro. Pasaba información a los líderes sobre quiénes estaban en la Unidad de Asalto y quiénes eran las próximas víctimas. La noche que nos enviaron a por Sutter, le llamé al móvil y, como no contestaba, fui a tu casa. Por eso te encontré.
-Pero, ¿y tus víctimas? – pregunté confundida.
-La única rebelde a la que he matado es a la que tú viste morir. El resto simplemente se han ocultado aquí desde que supieron que iban tras ellos – Se detuvo como si dudaras si seguir hablándome de ello o no – Julia también es una de los nuestros. Inicialmente, nuestro objetivo era Jones, pero cuando Julia nos pilló… ya sabes… Se lo contó a los jefes. Ellos decidieron ir a por ti, cambiar temporalmente el objetivo, para que no me distrajera de la misión inicial. Por eso discutíamos el otro día en el restaurante.
-¿Por qué coño no me lo has dicho antes? – pregunté encolerizada.
-¿Y qué habrías hecho? ¿Matarme? – sonrió con amargura – Además, solo habría conseguido acelerar esto y, tal vez, sin juicio. La muerte de Sutter fue la gota que colmó el vaso.
-¡Ah, que no merecía morir! – estallé- Mira, entiendo que odies el Sistema y todo lo que lo representa, pero yo tenía los mismos motivos para matar a ese cabrón que tú para matar a los míos. Y sabes que fue uno de vuestros asesinatos lo que me llevó a estar donde estoy y a hacer lo que he hecho.
-Lo sé, Amanda, pero ellos no lo van a ver así de entrada. Quizá si en el juicio les cuentas lo que me contaste a mí de tus dudas antes de que murieran tus padres…
-¿Si se lo cuento, qué? – sollocé – Todo este juicio no es más que un show para tenerte contento, par que creas que tienen en cuenta lo que tú sientes y no te largues y les dejes tirados. Porque no creo que Julia valga nada como espía. Jacob, yo ya estoy muerta, desde que la zorra esa me dejó inconsciente en tu casa. No te engañes.
Observé su expresión derrotada mientras decía esto. Parecía realmente angustiado, un niño al que plantean un problema demasiado complicado. Me dolía verle así, a pesar de todo.
-Tienes que intentarlo, por favor – susurró – No te rindas. Eres lo único que vale la pena en mi vida, no puedo perderte así.

Me abrazó y sentí sus lágrimas en la fina tela de mi camisa, a la vez que las mías mojaban su pelo.

6 dic 2013

La Cazadora Cazada - Capítulo 13

Cuando abrí los ojos, sentía una pesadez terrible en todos los músculos de mi cuerpo, además de un dolor de cabeza terrible; parecía la versión más fuerte de una resaca. Intenté mover los brazos para despejarme, pero los tenía atados a la espalda. No sabía dónde estaba. Me incorporé, apoyándome en la pared y miré a mi alrededor. Estaba en una celda fría y con goteras. Sólo había un camastro de hierro con un colchón ajado y sin sábanas y un viejo retrete. Recordé lo ocurrido en el piso de Jacob.
Estaba en el cuartel general de los rebeldes, que habían conseguido mantener oculto a la Guardia hasta el momento.
Los rebeldes nunca toman rehenes, matan directamente a los partidarios del Sistema. La mujer que me capturó dijo que los de arriba me querían viva, pero ¿para qué? Tenía que salir de allí, pero no había ventanas. Mientras pensaba cómo huir, llegó una mujer mayor, con el pelo canoso recogido en una coleta y unos ojos grises que hicieron que algo se revolviera en mí.
-Hola, Amanda – dijo con tranquilidad - ¿Quieres agua?
Asentí, mirando aquellos ojos y ella me acercó un vaso a la boca.
-Me llamo Kerrianne. ¿Sabes dónde estás? – negué con la cabeza – Vale, estás en nuestro cuartel general, la antigua prisión militar del sector 9.- Ese lugar había sido abandonado muchos años atrás, después de que el virus con el que estaban trabajando y experimentando unos científicos se les fuera de las manos. – Vas a ser sometida a un juicio. Ten en cuenta que eres la primera partidaria del Sistema a la que se va a juzgar.
-¿A qué debo el honor? – pregunté con sarcasmo.
-Porque es la única forma de mantener a mi nieto a nuestro lado. – la miré sin comprender y ella me sonrió – Venga, vamos a lavarte la sangre y a vestirte para comenzar el juicio.
Dicho esto, cogió una esponja y, con suavidad, me limpió la herida de la frente. Siguió quitándome la camiseta y los vaqueros para continuar lavándome.
-No sé por qué estropeáis vuestros cuerpos con tantos tatuajes – comentó para sí misma.
Me vistió con una falda marrón que me llegaba a las rodillas y una blusa que alguna vez fue blanca. La anciana me estaba recogiendo el pelo en una coleta cuando Jacob entró en la celda. Lo miré con sorpresa y entonces lo entendí todo. Kerrianne había dicho que yo estaba allí por su nieto y tenía los mismos ojos que Jacob. Él me había traicionado, la única persona en la que había confiado en años y el único hombre al que había amado.
Él llevaba unos vaqueros gastados, una camiseta negra y el pelo alborotado. Estaba pálido y con ojeras.
- Abuela, tengo que hablar con Amanda, ¿puedes dejarnos solos?
-Claro, cielo – dijo levantándose y dándole un beso en la mejilla al salir.
Se hizo el silencio entre nosotros. Él me miraba fijamente, como intentando decidir qué palabras usar, y yo trataba de aguantar las lágrimas de dolor e ira sin mirarle. Finalmente, se acercó y se sentó en el suelo a mi lado.
-Amanda, amor… - empezó en voz baja – Siento que tengas que estar aquí, todo esto es por mi culpa.
-Así que todo lo que has estado conmigo era para al final traicionarme ¿no? Eres un hijo de puta. Lo que no entiendo es por qué no me dejaste morir la noche que acabé con Sutter, habría sido más fácil. Por lo menos habría muerto sin odiarte…
-Por favor, amor…
-¡No me llames amor! – grité - ¡Me has arrastrado a la muerte!

-¡Amanda! – repitió, sosteniéndome la cara entre sus manos mientras sus ojos se llenaban de lágrimas – Al principio sí era así, pero no ahora. Todo lo que te he dicho, que te quiero, que estoy contigo, es real. Quería dejar la misión, pero no me lo permitieron. Me prometieron que no iban a ir a por ti ayer, por eso te dejé sola. Perdóname. 

28 nov 2013

La Cazadora Cazada - Capítulo 12

Me acerqué con cautela, y sin hacer ningún ruido. Entré de repente en la habitación. Allí había tres personas; dos hombres y una mujer, armados y con la cara cubierta por un pasamontañas. En sus jerseys negros podía verse la marca de la rebelión. Rápidamente, me coloqué detrás del que estaba más cerca de la puerta, rodeé su cuello con un brazo y, tras desarmarle, apoyé el cañón del revólver en su sien.
-Bueno, no quiero ningún movimiento brusco o vuestro compañero pasará a mejor vida.
-¿Qué te hace pensar que nos importa que él muera? – contestó, impasible, la mujer – No sería un sacrificio en vano si con ello logramos capturarte, mala bestia.
-¡Oh!, está bien.  – resolví – Si no os importa… - apreté el cañón más fuerte – Creo que hay demasiados visitantes indeseados aquí.
Las armas de los otros dos rebeldes me apuntaban directamente, por lo que tras apretar el gatillo, solté el cuerpo del hombre y hui en dirección al salón. Allí, me oculté en el hueco tras el sillón y la puerta, donde esperé a que ellos salieran del dormitorio.
-No he oído la puerta – dijo el hombre – tiene que estar por aquí.
-Tienes razón – respondió su compañera – Tú mira en el salón, yo iré a ver en el baño.
Vi aparecer al hombre, que enseguida me dio la espalda para mirar detrás del sofá grande. Cogí el cojín del sillón y me acerqué a él. Lo coloqué sobre su boca y nariz y, con el revólver apuntando a su pecho, le hice caer sobre el sofá. Coloqué la rodilla sobre su estómago, guardé el revólver y extraje el puñal del tobillo. Se lo clavé en la garganta y el cojín se empapó de sangre.
Me incorporé con cuidado y me giré para ir a buscar a la mujer, pero ella estaba a mi espalda. Me golpeó en la cabeza con la culata de una pistola y caí al suelo. Se arrojó sobre mí y me quitó el arma. Me revolví y le golpeé la mandíbula con el puño. Ella escupió y, sacando una jeringuilla con un líquido transparente, se colocó a horcajadas sobre mí. Me sostuvo un brazo e inyectó el contenido de la jeringa. Sentí el líquido invadiendo mi sangre y aturdiéndome.

-No sé por qué, pero los de arriba te quieren viva. – escupió la rebelde con  odio – Pero realmente te mereces morir como un perro y sufriendo, como tus víctimas.

21 nov 2013

La Cazadora Cazada - Capítulo 11

Cuando volví a abrir los ojos, aún era de noche, aunque estaba amaneciendo. Miré el despertador, que Jacob acababa de apagar. Eran las 6 de la mañana. Le observé mientras se levantaba y se vestía con cuidado de no hacer ruido. Cuando salió del dormitorio, volví a cerrar los ojos.
Sentí sus labios en mi frente.
-Mmm… -  susurré adormilada.
- Me voy a trabajar, amor. Si acabo pronto lo que tengo entre manos, volveré antes de la hora de comer.
- De acuerdo… Te esperaré aquí. – respondí, besándole.
- Hasta luego.
Me encogí en la cama y volví a dormirme.
Cuando finalmente me levanté, eran las diez. Desayuné y acudí a la cita que tenía esa mañana. Mientras me tatuaban la rosa en el tobillo, recordaba la conversación que tuve con Jacob al despertar tras nuestra primera noche juntos: “Creo que te falta algo que indique tu sensibilidad y ternura”. Esas fueron sus palabras. Había decidido que tenía razón, aunque solo él lograba despertar esa parte de mí.
Antes de volver a casa de Jacob, pasé por mi piso. Los rebeldes no suelen atacar durante el día y, además, soy incapaz de vivir sin armas y no me atrevía a tomar prestada alguna de Jacob. Todo estaba igual que por la noche así que me dirigí al armario de mi dormitorio y abrí el doble fondo. Decidí coger un puñal corto que amarré al tobillo sin tatuar, un revólver que oculté en la cintura del pantalón y una daga curva que guardé en el forro de la cazadora de cuero. Aproveché para recoger algo de ropa, entre la que oculté el resto de mis armas.
Cuando llegué al apartamento de Jacob, la puerta no estaba cerrada con llave, como yo la había dejado. Supuse que él ya había vuelto de trabajar. Dejé la bolsa de viaje sobre el sofá.
- ¿Ya has acabado el trabajo? – pregunté en voz alta.

Al ver que no me contestaba comencé a sospechar que algo iba mal. Saqué el revólver y fui hacia la cocina, que estaba vacía. Desde la puerta atisbé una sombra en la puerta del dormitorio. No era Jacob, el intruso era más bajo que él.

13 nov 2013

La Cazadora Cazada - Capítulo 10

Al llegar a mi apartamento, nos encontramos que la puerta había sido forzada. En el interior, todo estaba destrozado.
- ¿Qué ha pasado aquí? ¿Habrá sido Julia? – supuse, conmocionada por la situación.
- No creo. Toma, cógela, por si acaso – dijo Jacob, tendiéndome una pistola y cogiendo él otra.
Avanzamos sigilosamente hacia el dormitorio. Lo que encontramos allí me hizo recordar aquella noche hace tres años en que encontré los cuerpos de mis padres. Tallado en el cabecero de la cama, que estaba destrozada, estaba el símbolo de los rebeldes. Las piernas me fallaron ante la avalancha de recuerdos y Jacob tuvo que sostenerme para que no me cayera.
- Vámonos de aquí – dijo arrastrándome tras él, con tono de enfado.
Llegamos a su piso y me desplomé en el sofá.
-¿Estás bien? – preguntó arrodillándose frente a mí.
- Sí, ha sido solo que un montón de recuerdos vinieron a mi mente. Recuerdos de mis padres muertos.
-Oh… No te preocupes, amor, no voy a dejar que te pongan la mano encima – prometió con fiereza.
Lo besé, con dulzura al principio, que se tornó en pasión. De pronto sus manos, que estaban sobre mis mejillas, se desplazaron hasta mi cintura, acercándome a él y profundizando el beso. Me levantó en sus brazos y me llevó al dormitorio. A los pies de la cama, me posó en el suelo y me desnudó, a la vez que yo hacía lo propio con él. Sus labios recorrieron con suavidad mis cicatrices. Me tendió sobre la cama y nos dejamos llevar.
En medio de la noche me despertaron los gritos que Jacob profería a mi lado y sus brazos que se apretaban más en torno a mí.
- ¡No!... ¡No podéis hacer eso!... ¡No os acerquéis a ella!... ¡Me importa una mierda la misión!
Con mucho esfuerzo, me revolví en sus brazos hasta quedar de frente a él y le sacudí.
- ¡Jacob! ¡Despierta, cariño! ¡Todo está bien! – traté de despertarle.
Finalmente, abrió los ojos con un respingo y me miró aturdido.
-¿Estás bien? – le pregunté, besándole los labios con cariño – Has tenido una pesadilla.
- Mmmh, sí, tranquila, amor. Soñaba que te perdía – me confesó mirándome a los ojos, azul y gris fundidos en una mirada.
- Pues no te preocupes, que eso no va a pasar nunca – susurré, acariciándole – No va a ser tan fácil librarse de mí.
- Eso espero… - musitó angustiado – Pero, bueno, sólo ha sido un mal sueño. Vamos a dormir. – trató de sonreírme, aunque sus ojos reflejaban una profunda preocupación.
- Vale – cedí – pero que sepas que te quiero y que me van atener que arrancar por la fuerza de tu lado.
- Yo también te quiero – dijo y, con urgencia, añadió – Pase lo que pase, jamás dudes de mi amor por ti, es de lo único de lo que me siento orgulloso en esta vida.

Tras esto, lo besé, me acurruqué entre sus brazos y volví a dormirme.

5 nov 2013

La Cazadora Cazada - Capítulo 9

A media tarde, Jacob volvió al hospital. Cuando llegó, yo ya había dejado de llorar, pero seguía pensativa.
-Hola, amor – saludó con una sonrisa, besándome en la frente - ¿Qué tal vas?
-Hola – traté de sonreírle – Tienes mejor aspecto.
-No puedo decir lo mismo. ¿Has estado llorando? – inquirió al observarme más detenidamente. Aparté la mirada, pero me agarró suavemente la barbilla y me obligó a mirarle - ¿Qué ha pasado? – siguió, preocupado.
-Jones vino a verme, – contesté – con malas noticias.
-¿Qué? – me urgió.
-Pues… estoy despedida – sentí las lágrimas otra vez en mis ojos – Por mi actitud irresponsable e impulsiva y… por amenazar a una compañera.
-¿Qué compañera? – preguntó con suspicacia.
-¿Tú que crees? – dije con sarcasmo – Amenazó con delatarnos. Estaba celosa porque está enamorada de ti, como la mitad de la oficina. Te dije que nos iba a joder.
Su cara se tornó en una mueca de rabia e ira. Cuando empecé a sollozar, me abrazó tratando de tranquilizarme.
-¿Qué voy a hacer ahora? – me lamenté, dando rienda suelta a mis miedos.
-Shh, tranquila, yo estoy contigo – susurró en mi oído – Encontraremos una solución a todo esto.
Dos días después, me dieron el alta y Jacob me acompañó de vuelta a casa. Todo estaba igual que lo dejé. Todavía estaba algo depresiva. Me senté con cuidado en el sofá, pero aún así el dolor de los cortes de mi pecho me hizo hacer una mueca. Jacob se sentó a mi lado.
-¿Quieres que me quede? – preguntó rodeando mis hombros con uno de sus brazos.
-Por favor… No quiero estar sola – Murmuré mirándolo a los ojos.
Sus labios rozaron suavemente los míos y logró tranquilizarme.
Tras un mes, mis heridas habían curado y Jacob aún vivía en mi casa.
Salimos a cenar para celebrar mi recuperación. Nos sentamos uno enfrente de otro, estábamos cenando y hablando, cuando Jacob fijó su mirada en algo detrás de mí. De repente, se levantó con una expresión gélida en el rostro y se acercó a la persona que estaba a mi espalda. Me giré y allí estaba Julia, Jacob le estaba diciendo algo, claramente enfadado a juzgar por su tono, mientras ella me observaba. Me levanté y fui hacia ella.
-¿Qué, puta? No me hace falta ir a buscarte que ya vienes tú – espeté con frialdad- Te dije que no te fueras de la lengua – solté, acercándome a ella, con el cuchillo que había cogido de la mesa en la mano. Lo deslicé bajo su falda y susurré – No te puedo dejar a mi chico, pero si lo que quieres es un polvo, te puedo meter esto por el coño.
-Amor, relájate – me interrumpió Jacob, besando mi cuello – Déjamelo a mí. Mira, Julia, vas a pedir disculpas a Amanda y vas a ir a ver a Jones para explicarle que fuiste tú la que amenazaste primero a mi novia –dijo suavemente – Si tratas de jugárnosla, voy a ser yo el que te mate, pero primero verás morir a tu familia. – se volvió hacia mi- Vamos, Amanda.
-Claro. Hasta otra, cariño – susurré burlona a Julia, cuyos ojos estaban llenos de lágrimas.
-Me las vais a pagar- amenazó.
-No lo creo. – respondí, mientras me abrazaba a la cintura de Jacob y volvíamos a la mesa.

28 oct 2013

Ríos de sangre (microrelato)

Imagina una calle empinada de un lugar totalmente desconocido, en una ciudad caótica, destrozada, en ruinas. Al final de esta, lo único que puedes vislumbrar es la luna llena, brillante, sola en el firmamento, sin estrellas que la acompañen y la parte superior de los altos edificios a lo lejos.
Caminas descalza, tus desnudos pies vuelan veloces sobre el asfalto, heridos a casa paso por la suciedad, la polución, la basura que impregna la sociedad. Tu menudo cuerpo de niña tirita por el frío de la noche invernal, pues solo llevas un ligero camisón de seda blanco, surcado por pequeñas manchas rojizas. Un perro te sigue, andando al ritmo del tintineo de la espada que cuelga de tu brazo rozando el pavimento, un alargamiento de tu propia extremidad.
Llegas a lo alto, cansada, con los ojos rojos y vidriosos de tanto llorar y miras hacia atrás, hacia todo el caos que has causado a tu paso. Los cuerpos inertes de los ciudadanos te observan, te piden una explicación, un por qué para toda esa matanza, algo que ni tú misma sabes. Lo único de lo que estás segura es de tu espada, que empuñas en un último intento de buscar la paz contra ti misma, atravesando tu delicado cuerpo. Esa noche, espesos ríos de sangre recorren las calles.

21 oct 2013

La Cazadora Cazada - Capítulo 8

En ese momento llegó la enfermera con el desayuno en una bandeja.
- ¡Oh! Siento molestar – se disculpó- Te traigo el desayuno, te tienes que tomar esta pastilla, es para el dolor, ¿de acuerdo?
No tenía hambre. Observé el zumo, la leche y las tostadas sin ganas.
-Come – me incitó Jacob al verme dudar – aunque solo sea la leche y una tostada…
-Le dejo encargado de que coma todo, joven – dijo  la enfermera dirigiéndose a él antes de salir.
Cuando estaba masticando, aunque desganada, el último trozo de tostada, apareció el médico. Era un hombre muy seco que, tras obligar a salir a Jacob, pese a mi insistencia en que se quedara, revisó mis heridas.
-La muñeca la tiene usted rota – informó- pero con dos semanas de escayola y reposo no quedarán secuelas. Las magulladuras y golpes tampoco dejarán mara, ni los cortes de las piernas, que son superficiales. Pero en el corte del pecho hubo que ponerle puntos de sutura y quedará cicatriz. Llegó usted al hospital con una gran pérdida de sangre, por lo que se le practicó una transfusión. Permanecerá aquí un par de días en observación y, si todo va bien, le daremos el alta. Mañana pasaré a verla.
Tras esta parrafada, salió de la habitación y Jacob volvió.
-¿Qué te ha dicho? – inquirió, preocupado.
-Que todo evoluciona bien y que seguramente en un par de días  me den el alta. Vete a casa un rato, anda. Tienes que estar agotado.
-No te preocupes, estoy bien. He dormido algo.
-Me da igual. Ve a desayunar, date una ducha, airéate tú que puedes, que yo estaré bien.
-Está bien. – cedió- ¿Necesitas algo?
-Pásate por mi casa y tráeme el libro que tengo empezado y algo de ropa para cuando me vaya de aquí, por favor.
Me dio un beso rápido y se fue.
Me pasé toda la mañana tumbada, pensando. A mediodía tuve una visita: Jones.
-Ah, estás despierta. ¿Cómo te encuentras?
-Bien… He estado mejor…
-Me alegro, pero te lo has buscado tú solita. Te has arriesgado demasiado. ¿Por qué lo has hecho? – inquirió sentándose en el sillón al lado de mi cama.
-Sabes por qué – respondí en voz baja, avergonzada.
-Te lo advertí – dijo fríamente – Te dije que no te dejaras llevar por tus emociones, que era muy peligroso. Me has decepcionado, Amanda.
-Lo siento, pero no pude evitarlo – susurré.
-¡Me da igual! – gritó Jones- Siempre pensé que eras lo suficientemente fría para este trabajo, pero veo que me equivoqué.
-¡No! – traté de defenderme – Esto no volverá a ocurrir. Sólo ha sido un desliz, estaba emocionalmente implicada con el objetivo de la misión…
-No nos podemos arriesgar a que se repita – zanjó – Además, ha llegado a mis oídos que has amenazado a una compañera – dejó caer, observando mi reacción.
Menuda hija de puta, me dieron ganas de cumplir mis amenazas. Pero en aquel momento, lo que más me preocupaba era saber si Julia le había contado algo más, si habría jodido también a Jacob.
Levanté la cabeza y le miré a los ojos.
-¿No lo niegas? – preguntó sorprendido.
-No, yo no miento.
-Y, ¿por qué lo hiciste?
-No soy una chivata. Si ella no te lo ha contado, yo tampoco lo voy a hacer.
-Está bien. Estás despedida. Créeme que lo siento, Amanda.
-No creo que lo sienta, Jones. Si ya ha terminado, me gustaría descansar, aunque solo sea porque he estado a punto de desangrarme. – sonreí con ironía.
-Está bien – dijo levantándose – Que te mejores.

Cuando Jones abandonó la habitación, una mezcla de alivio, rabia y desesperación me invadió y las lágrimas acudieron a mis ojos. Estaba aliviada porque este problema no salpicaba a Jacob, sentía rabia porque esa zorra me había jodido de verdad y desesperación por haber perdido mi trabajo y, con ello, el sentido de mi vida.

La Cazadora Cazada - Capítulo 7

Desperté en una habitación blanca que olía a desinfectante, alguien me había entablillado el brazo. Estaba en el hospital. La luz del sol entraba a raudales por la ventana y proyectaba sus rayos sobre Jacob, que estaba dormido en un sillón. Observé sus rasgos, memorizándolos: su mentón anguloso y sus labios carnosos. El pelo le tapaba la mitad de la cara y había adoptado una postura forzada, por lo que sus músculos estaban en tensión. Le debía la vida, de no ser por él habría muerto desangrada. Realmente agradecía que él fuera más sensato que yo, no soportaría estar en ese sillón mientras él estuviera inconsciente.
Me encontraba inmersa en mis pensamientos cuando una enfermera entró en la habitación.
- ¿Qué tal te encuentras, querida? – me sonrió mientras comprobaba mis constantes. Al ver que yo miraba a Jacob, me informó – Lleva aquí toda la noche. Estuvo desquiciado hasta que lograron estabilizarte. Tienes suerte, además de guapo, parece buen chico. Bien, todo está en orden. En un rato te traeremos el desayuno y vendrá el doctor a verte, ¿de acuerdo?
Asentí, distraída. Cuando la enfermera cerró la puerta, Jacob se despertó de golpe. Parecía desorientado, pero al verme despierta sonrió:
- Buenos días, princesa – se acercó a la cama y me acarició el pelo. – No sabes el susto que me has dado.
Cerré los ojos disfrutando de sus caricias.
- Gracias por salvarme y por quedarte conmigo. – susurré.
- Te prometí que no me iba a ir, y no lo voy a hacer. Pero tú también me tienes que prometer que no te vas a volver a arriesgar así.
- Prometido.  – Tras un momento de silencio le pregunté - ¿Cómo sabías dónde estaba?
- Habíamos quedado en tu casa ¿recuerdas? Como no abrías, usé la llave que me dejaste. Al ver que no estabas me preocupé y cuando vi la carpeta abierta en la mesa supe seguro adónde habías ido. – Me dirigió una mirada dolida - ¿Por qué lo hiciste? , ¿por qué fuiste tú sola? Sabías que era peligroso.
- Bueno, ya está hecho ¿no? – dije desviando la mirada - Logré matarle y ya está.
- Sí, pero casi te lleva con él. Mírame, - me hizo girar la cabeza y mirarle a los ojos. - ¿por qué te arriesgaste? No me mientas, sabes que me lo puedes contar. Sé que querías matarle, vengarte. Jones te advirtió que no te precipitaras.
- Lo sé. – Cedí con resignación – Sutter era el asesino de mis padres. Hace unos años llegué a casa y encontré sus cuerpos. Ese día juré que me vengaría. Por eso entré en la Guardia del Sistema. – Empecé a llorar y ya no pude parar de hablar. -  Antes de que murieran yo dudaba de que el Sistema fuera la mejor opción, creía que el progreso que vende no justifica las muertes y los experimentos con humanos. Incluso simpatizaba con los rebeldes, pero cuando me di cuenta de que ellos también mataban, me decidí por un lado. El que estuvo conmigo en ese momento y no me lo había quitado todo. Por eso no lo pensé dos veces y fui a por ese hijo de puta, por su culpa mis manos están manchadas de sangre.
Jacob me abrazó con suavidad hasta que dejé de llorar.
- Me quedé sola por su culpa y seguí adelante de la única forma que supe y sólo para vengarme. Ahora que lo he conseguido ¿qué sentido tiene mi vida?
- El que tú quieras darle. Y ya no estás sola, me tienes a mí. Escúchame, Amanda, te quiero y voy a estar contigo y te voy a apoyar siempre.
Los ojos se me inundaron de lágrimas y lo besé en la boca. No podía creer que después de todo un camino de sangre hubiera algo bello, como puede ser el amor.

- Yo también te quiero, – murmuré – aunque me hace sentir que tengo un punto débil.

20 jul 2013

Posible cierre del blog

No voy a mentir, llevo planteándome el cierre de Shousetsu desde hace un año aproximadamente. Las razones son obvias, ninguno de los colaboradores actualiza (yo incluida), y el poco o nulo feedback recibido tampoco anima.

Me siento fatal, la verdad. Empecé este blog con Lily con la ilusión de subir todo tipo de historias, pero ella ahora se dedica más a los fanfics, y tiene un blog propio para eso. Luego se unió Irume, de la que no sé nada. Más tarde apareció Sandrita, que aún no tengo claro si se cansó de subir cosas o qué. La cuarta integrante fue Amy, era la más fiable en cuanto a publicación, actualizaba regularmente, pero, a pesar de tener la historia terminada, no ha seguido publicando por despiste o yo qué sé. Y por último se unió Dark_Lucasnio, que tiene un bloqueo de tres pares de narices y me dijo que no seguiría subiendo aquí su historia principal.

Y qué decir de mí, terminé Kuzguners con mal sabor de boca y quería seguir con HSN, pero para el tercer capítulo los personajes tienen que desvelar un misterio que ni siquiera yo he conseguido descubrir. Estoy investigando parapsicología para intentar seguir el relato, pero no sé si sacaré algo en claro.

Hice este blog con toda la ilusión y la buena intención del mundo y ahora veo que se hunde y no sé qué hacer. Por eso escribo esta entrada, para ver si a alguien le interesa que esto siga. Si a nadie le interesa, contactaré con el resto de autores (o con los que pueda) para buscar una solución.

Mi intención para revivir este blog era recopilar consejos y trucos de grandes autores a modo de incentivo para todo aquel que tenga intención de escribir pero no sepa cómo empezar, pero claro, si no lo lee nadie el esfuerzo es inútil.

Tal vez lo que haya fallado sea la inexistente comunicación entre los autores, el dejar que cada uno vaya a su bola, pero ir en plan sargento exigiendo actualizaciones tampoco sería de gran ayuda, así que no sé, quizá todo esto no valga la pena.


Nos leemos... tal vez.

1 may 2013

No soy un monstruo


Me despierto y tú no estás a mi lado. Nadie lo está. Llevo en esta prisión de cemento cinco años por un crimen que no cometí. Nunca se me hubiera ocurrido apretar el gatillo contra ti. Eras las persona a la que más amaba. Aun recuerdo aquel día como si de una película filmada en blanco y negro se tratase.

Llegué a casa borracho, como tantas otras veces en las últimas semanas. La gente que me vio por la calle me miró juzgándome. El problema llegó cuando crucé el umbral de la puerta y me cercioré de que tú habías empezado a formar parte de ellos. Sin pensarlo alcé la mano contra tu rostro. Me miraste asustada, y te apartaste, temblorosa, unos pasos de mí. Tus ojos me decían todo lo que necesitaba saber; me tenías miedo. Antes incluso de que pudiese recapacitar mis actos, huiste. No me molesté en seguirte y me derrumbé sobre el suelo de nuestra casa, nuestro hogar.

Me recuesto en el camastro en el que apenas duermo por las noches, llorando. Marco un día más en la pared. Vuelvo a recordar el final de nuestra trágica historia con ese pequeño gesto.

Tirado cual colilla, completamente destrozado y abatido, grité al vacío del salón.
- ¡No soy un monstruo! No lo soy.
No estabas ahí para oír como estas palabras estaban cargadas de arrepentimiento. Horas después salí a buscarte ya que no volvías, estaba asustado... con razón. Te encontré en el suelo, sobre el charco de tu propia sangre. Sin poder evitarlo, me tiré sobre tu cuerpo inerte. No respirabas; te habías ido de mi lado. Así me encontró la policía.

El guarda viene a buscarme y dar final a mi tormento. Me arrastra por los pasillos de este sucio agujero. Me sienta sobre la silla y aprieta los grilletes. Antes de notar la primera descarga y perecer, vuelvo a pensar lo mismo que aquella noche: no soy un monstruo.

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Espero que os guste este relato corto que acabo de terminar hace apenas media hora XD
Tenía esto demasiado abandonado, ya era hora de subir algo.

31 mar 2013

Lluvia

... suena el despertador, esa alarma infernal que me mantiene en vela cada dia para que no me olvide de ir a mi destino. Decido apagarla y levantarme... otra vez vuelve la jornada laboral. Enciendo la radio mientras me afeito para comprobar las noticias de ultimo momento. Mientras lo hago digo "¿para que voy a molestarme? siempre es la misma mierda corrupta de nuestro gobierno." Cuando acabo decido vestirme y preparar el desayuno... miro por la ventana y ¿que veo? lluvia, hasta el tiempo esta triste. Cada dia que me preparo pienso en toda la mierda que es mi vida una y otra vez. ¿me habré vuelto loco? Algunos piensan que la locura se define simplemente como hacer lo mismo una y otra vez, esperando que alguna mierda cambie.
Así es mi vida, coger el coche e ir a trabajar para ganar algo que, incluso si le sale de la punta del pie, pueden quitarmelo, o bien, darmelo en forma de "vale" con el interes que a ellos mismos le ponen. Cada dia mas deprimente que el anterior hasta que los recuerdos que tanto amas desaparecen y lo unico que haces hasta el resto de tu vida es poner el modo automatico y dejarte llevar...
Por mucho que haga, siempre va estar dirigido por otra persona que no va a cambiar sus interes y, por lo tanto, nada cambiara.... Si... eso es... estoy loco.... la unica manera de finalizar esto es poniendo fin a mi vida.


                                                                                                         Fin del prólogo 1ª parte

29 ene 2013

Memorias de un fluorescente [Eugenio Cagigal]


MEMORIAS DE UN FLUORESCENTE
(Cuento de triste moraleja)

No puedo recordar cuánto tiempo llevo aquí. He perdido por completo la noción del tiempo. Intento saber algo sobre mí. Intento descubrir si hay alguna razón más allá de todo lo que me rodea que dé sentido a mi pobre y monótona vida. Me repito continuamente lo único que sé acerca de mi existencia, intentando encontrar así las respuestas a todas las preguntas que  me hago.

Llevo colgado en el techo de esta clase toda mi vida, esperando alguna señal que me indique que no solo estoy en este mundo para dar luz a una clase de 2º de Bachillerato.

Sé que no estoy solo, hay más tubos fluorescentes como yo en esta clase. Estamos colocados de dos en dos para que toda el aula quede iluminada. Todo esto lo he tenido que deducir, ya que solo puedo ver al compañero que tengo al lado, aferrado a una chapa metálica igual que yo. Esa misma chapa me impide mirar hacia los lados y no veo al resto de fluorescentes, pero tienen que estar ahí. Miro hacia abajo y hay mucha luz; yo soy incapaz de producir tanta, no soy tan poderoso.

Me intento mover para ver qué hay más allá de esa chapa. Mi compañero de mira de reojo y me pregunta: “¿Qué estás haciendo?”. Yo le intento explicar lo que me intriga saber qué hay al otro lado de esa chapa. Mi compañero, con su actitud seria y borde de siempre, me dice que no me tiene que importar lo que hay a mis lados, y que lo que tengo que hacer es centrarme en mirar hacia abajo y dar luz, ya que ese es mi trabajo. Yo creo que me ha tocado el compañero con menos luces de entre todos los fluorescentes, pero no me apetece discutir con él y miro hacia abajo.

En ese momento veo a un grupo de adolescentes que escuchan la lección del profesor. Ellos saben que deben estar en clase y de vez en cuando se ríen, pero la mayor parte del tiempo se aburren y sueñan que están en otros lugares ajenos a ese aula de estudio. No se imaginan lo bien que los comprendo.

Llevo un tiempo observándolos, sin que nada interesante ocurra. Muy despacio, los empiezo a notar más relajados y sus caras se van iluminando poco a poco. El ambiente se vuelve cada vez más alegre. En ese momento el profesor dice: “Recogemos”, y se produce el momento más esperado por los alumnos. Yo, al ver la felicidad en sus rostros, también me pongo contento, pero en pocos segundos no queda nadie en la clase. Vuelvo a estar solo, con la única compañía del fluorescente más antipático y despegado que he conocido.

Esta es la rutina de todos los días de mi vida.

Un día como otro cualquiera los alumnos entraron en clase y escuché la conversación que tenía un grupo de ellos antes de que la clase comenzara. Mientras hablaban, sus caras se alegraban y solo deseaban que la clase terminara para poder ir a ese sitio que ocupaba completamente sus mentes. Yo estaba maravillado por lo que oía y descubrí  lo que quería hacer en mi vida. “¡Ya sé qué quiero ser!”, le dije a mi compañero. Éste me miró extrañado. “¡Ya sé para qué estoy en este mundo! ¡Para alegrar a los jóvenes!”. Mi compañero me pidió que me explicara mejor. “¡Yo no quiero ser el fluorescente de una aburrida clase de Bachillerato! ¡Quiero ser foco de discoteca!”. Entonces mi compañero se empezó a reír como no le había visto en la vida hacerlo. Me dijo que eso era imposible; que yo nunca sería un foco de discoteca. ¿Por qué se dedicaba continuamente a decirme que yo no iba a llegar a nada más en la vida y a desanimarme cada vez que se me ocurría una de mis brillantes ideas? Le dije que iba a conseguir mi propósito, que sería foco de discoteca y que todo el mundo querría ir a bailar donde estuviera yo.

Como mi compañero seguía riéndose, empecé a hacer lo único que podía: parpadear para que la clase viera lo bien que se me daba. Cuando empecé a encenderme y a apagarme conseguí despistar al profesor, que se quedó mirándome, y poco después a todos los alumnos que sonreían y miraban al profesor. Yo estaba orgulloso por lo que había conseguido, pero de pronto mi compañero me miró y me dijo: “¿Se puede saber qué estás haciendo? No te miran porque parpadeas bien, sino porque has interrumpido su clase. Haciendo esa bobada no vas a conseguir que te pongan en una discoteca, solo conseguirás que el profesor mande poner un fluorescente nuevo. Por mucho que te esfuerces, nunca te verán como un foco de discoteca, y si intentas hacer algo distinto para ellos solo serán un fluorescente roto, así que deja de hacer el imbécil”. Me gustaría poder decir que yo tenía razón, pero lo que todos pensaban era lo que acababa de describir mi compañero. Paré de parpadear y me quedé quieto, mirando hacia abajo, alumbrando a la clase, diciendo adiós a mis sueños y haciendo, como siempre dice mi compañero, mi trabajo.


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Hoy publico este cuento por cortesía de Eugenio Cagigal, espero que os guste. Y pensar que este relato surgió porque el fluorescente de clase iba mal y dejó de parpadear poco después de interrumpir la clase... en fin XD

Os dejo el enlace a su canal, donde podréis ver algunos cortos, muestras de instrumentos que él mismo ha creado, etc.

http://www.youtube.com/user/eugeniocagigalamo

6 ene 2013

Warlord Legacy cap 12


Cap 12:Un invitado inesperado
Yolvar y Korin llegaron a un montículo cercano a la mansión de Acadia II y Yolvar utilizó un conjuro para ampliar su campo de visión y ver la ubicación de los guardias y Garras escarlata:
-Bien, creo que podríamos usar la puerta lateral.- dijo Yolvar en un tono sereno y tranquilo
-¿Pero tú estás loco? Es la única puerta que tiene guardias, además, son muchos!.-
-hahah… no te preocupes, conseguiremos que llamen la atención los garras escarlata para poder seguir con nuestra intromisión.-
Acto seguido, Yolvar cogió en su palma un montón pequeño de tierra y acto seguido se convirtió en una pequeña bola de energía marron:
-Busca y destruye.- susurró Yolvar
La pequeña bola de energía fue rauda y se posó en uno de los últimos miembros de Garras Escarlatas
Para seguirlos:
-Seek and Destroy.- dijo Yolvar
Poco después, Yolvar le dijo a Korin de que podríamos entrar fácilmente en un rato. Cuando saltaron las alarmas, todos los guardias se fueron en dirección a los garras escarlata, mientras tanto, Korin y Yolvar aprovecharon para infiltrarse por la entrada lateral. La entrada era bastante simple, los muros eran de ladrillos con musgo creciendo entre ellos y en la cima de los muros se podía distinguir una valla de hierro con forja negra en forma de flecha que se extendía por toda la muralla formando un recinto metálico. La puerta estaba medio abierta, siendo esta una puerta de barras antigua con la inicial A.
-Entramos, vaya, no me imaginaba que esto fuera un castillo tan grande.-
-Exacto, el castillo fue construido en un principio para evitar las invsiones barbaras, es un castillo tipo Actaria.-
El castillo estaba formado por piedras negras y con cuatro torres con forma de prisma octogonal, las enredaderas invadían sus paredes, Korin y Yolvar
No podían perder mas tiempo allí y decidieron entrar pero, ¡cruel destino!, dentro de la sala principal estaban los guardias esperándoles. La sala era espaciosa y tenía una escalera central como si fuera el hall de una mansión de estilo victoriano:
­-Bienvenidos mis queridas ratas, habeis caído en mi trampa.- dijo Acadia mientras bajaba las escaleras.
-Mierda.-
Los guardias es rodeaban y Yolvar comenzaba a crear su espada de fuego.
-Ignis Freure nivel 2.- Dijo Yolvar –Espero que se te ocurra algo rápido.-
-DIOOSSSS!!!.-
Sin pensarlo, Korin lanzó su espada de dos manos con todas sus fuerzas y atravesó el pecho de Acadia II. Mientras que caía, Yolvar se quedaba cada vez mas blanco :
-pe…pe…pero… ¿¡QUE HAS HECHO PEDAZO DE ANIMAL!!???.-
-¿Qué?.- dijo Korin
Tal y como estaban las cosas, Korin tuvo que hacerse paso a puñetazos mientras que Yolvar no daba liberado el sello que puso en Korin y atacando con su espada de fuego:
-No doy sacado a Faust… Yolvar…¿Qué MIERDAS ME HAS HECHO?.-
-Te puse un sello porque sabía que acabarías pifiándola, Sello Liberado!.-
En ese momento, Faust apareció clavándose en el suelo como si de un rayo se tratase y, la cogerlo Korin, se transformó automáticamente en Lehez y al mismo tiempo, se hacía paso para buscar en distintas habitaciones a Covanndre. Finalmente entró en una en la que podría estar y, al entrar en la habitación, apareció en una especie de patio:
-Pero qué….-
El patio se veía un tanto extraño, Al entrar se podía ver que estaba cimentado en piedras rectangulares que estaban desgastadas y a ambos lados había una especie de zonas cuadradas con bancos, arboles sin hojas y barandillas. En la zona frontal, había unas escaleras que guíaban a un recinto rectangular que estaba destrozado hacia el final terminando en un barranco. Korin miró hacia atrás y la puerta estaba cerrada pero era extraño, se veía la fachada del castillo:
-Pero… no puede ser, por este lado estaba el barranco que debía guiar al océano, debería estar en agua.-
Antes de que se diera cuenta, alguien le estaba atacando desde el aire con una espada de dos manos de la anchura de 17cm de un color blanco, el mango era negro y liso y la guardia tenía unas alas blancas gigantescas:
-¡Muy Lento!.- dijo el misterioso sujeto
Korin dejó que Lehez tomara control de él para parar el golpe con una mano y propinarle un golpe con Lehez, pero el sujeto actuó ágil y se retiró  hacia atrás con su magnífica espada. El misterioso sujeto ya le sonaba de antes, o por lo menos su constitución
-JAJAJA… esto parece interesante, un sujeto extraño entrando por primera vez en esta habitación. No percibo sangre azul… solo la familia Aberline puede entrar en esta habitación. Y te presentas tú, con tu túnica negra con detalles metálicos por el pecho y capucha ancha, una maldita máscara blanca con líneas rojas manchada por varias gotas de sangre de tus enemigos, barro y esa maldita expresión. Seas quien seas acabaré contigo aunque, seré menos severo contigo ya que me has hecho un pequeño regalo (buscando en su bolsa).-Dijo el sujeto riéndose
Acto seguido sacó de la bolsa una cabeza por los pelos: era la cabeza de Acadia II.
-Tu… ¿Cómo te has hecho con eso?.-
-Te lo volveré a decir: soy el defensor de los Aberline, pero me quería quedar con un pequeño recuerdo de esta: la cabeza de la última sucesora.-
-¡tsk… si no dejas en paz a los muertos, tendré que matarte!.-
Nada más acabar la conversación, Korin se lanzó hacia el sujeto con fuerza, pero este lanzó la cabeza hacia el aire, se defendió de Korin y volvió a coger la cabeza. Korin, confuso,  trató de atacarle otra vez, pero este le dio con el canto de la espada en la cabeza, desapareció de delante de sus narices y le golpeó por detrás:
-te he advertido, es inútil, soy mejor que tú.-
-Je… ¿acaso has visto mi potencial?.-
Entonces, Korin comenzó a rodearse de un aura azul y su velocidad se incrementó drásticamente:
-Tsk… parece que tendré que ponerme en serio.-
Antes de que acabase de hablar, Korin ya estaba encima de él con aquel brillo azul en sus ojos. Este trató de parar el golpe , pero al pararlo con su espada, Korin cogió su cabeza y comenzó a correr en dirección a la pared y lanzarlo hacia ella, al conseguirlo, este salió del cráter que hizo el golpe de Korin y sin un rasguño:
-¿esto es todo lo que puedes hacer? Me has decepcionado bastante chico.-
En ese momento, Korin comenzó a oír una voz en su cabeza además de la de Lehez:
-Esta vez creo que podré hacerme cargo de ti, no conseguirás escapar.- dijo la voz misteriosa
-Pero qué… no puedo controlarlo….-Dijo Lehez impresionado
En ese momento, del cuerpo de Korin comenzaron a salir unas cadenas gruesas de metal para atarlo en 8 puntos del suelo, entonces, las líneas de su máscara desaparecieron y se transformaron en unas llamas negras en la parte inferior izquierda pintadas sobre la propia máscara.
-Oh mierda, esto es…-
Korin se liberó de las cadenas, pero Lehez estaba guardada, lo único que quedaba en su mano era una arma tipo garra de metal oscura con largas y anchas garras:
-¿estás consciente?.- Volvió a decir el ente misterioso
En ese preciso instante, Korin desapareció ante el y, sin darse cuenta, le clavó la garra por la espalda.
-tsk, creo que tendré que deshacer la ilusión y actuar yo mismo.-