29 ene 2013

Memorias de un fluorescente [Eugenio Cagigal]


MEMORIAS DE UN FLUORESCENTE
(Cuento de triste moraleja)

No puedo recordar cuánto tiempo llevo aquí. He perdido por completo la noción del tiempo. Intento saber algo sobre mí. Intento descubrir si hay alguna razón más allá de todo lo que me rodea que dé sentido a mi pobre y monótona vida. Me repito continuamente lo único que sé acerca de mi existencia, intentando encontrar así las respuestas a todas las preguntas que  me hago.

Llevo colgado en el techo de esta clase toda mi vida, esperando alguna señal que me indique que no solo estoy en este mundo para dar luz a una clase de 2º de Bachillerato.

Sé que no estoy solo, hay más tubos fluorescentes como yo en esta clase. Estamos colocados de dos en dos para que toda el aula quede iluminada. Todo esto lo he tenido que deducir, ya que solo puedo ver al compañero que tengo al lado, aferrado a una chapa metálica igual que yo. Esa misma chapa me impide mirar hacia los lados y no veo al resto de fluorescentes, pero tienen que estar ahí. Miro hacia abajo y hay mucha luz; yo soy incapaz de producir tanta, no soy tan poderoso.

Me intento mover para ver qué hay más allá de esa chapa. Mi compañero de mira de reojo y me pregunta: “¿Qué estás haciendo?”. Yo le intento explicar lo que me intriga saber qué hay al otro lado de esa chapa. Mi compañero, con su actitud seria y borde de siempre, me dice que no me tiene que importar lo que hay a mis lados, y que lo que tengo que hacer es centrarme en mirar hacia abajo y dar luz, ya que ese es mi trabajo. Yo creo que me ha tocado el compañero con menos luces de entre todos los fluorescentes, pero no me apetece discutir con él y miro hacia abajo.

En ese momento veo a un grupo de adolescentes que escuchan la lección del profesor. Ellos saben que deben estar en clase y de vez en cuando se ríen, pero la mayor parte del tiempo se aburren y sueñan que están en otros lugares ajenos a ese aula de estudio. No se imaginan lo bien que los comprendo.

Llevo un tiempo observándolos, sin que nada interesante ocurra. Muy despacio, los empiezo a notar más relajados y sus caras se van iluminando poco a poco. El ambiente se vuelve cada vez más alegre. En ese momento el profesor dice: “Recogemos”, y se produce el momento más esperado por los alumnos. Yo, al ver la felicidad en sus rostros, también me pongo contento, pero en pocos segundos no queda nadie en la clase. Vuelvo a estar solo, con la única compañía del fluorescente más antipático y despegado que he conocido.

Esta es la rutina de todos los días de mi vida.

Un día como otro cualquiera los alumnos entraron en clase y escuché la conversación que tenía un grupo de ellos antes de que la clase comenzara. Mientras hablaban, sus caras se alegraban y solo deseaban que la clase terminara para poder ir a ese sitio que ocupaba completamente sus mentes. Yo estaba maravillado por lo que oía y descubrí  lo que quería hacer en mi vida. “¡Ya sé qué quiero ser!”, le dije a mi compañero. Éste me miró extrañado. “¡Ya sé para qué estoy en este mundo! ¡Para alegrar a los jóvenes!”. Mi compañero me pidió que me explicara mejor. “¡Yo no quiero ser el fluorescente de una aburrida clase de Bachillerato! ¡Quiero ser foco de discoteca!”. Entonces mi compañero se empezó a reír como no le había visto en la vida hacerlo. Me dijo que eso era imposible; que yo nunca sería un foco de discoteca. ¿Por qué se dedicaba continuamente a decirme que yo no iba a llegar a nada más en la vida y a desanimarme cada vez que se me ocurría una de mis brillantes ideas? Le dije que iba a conseguir mi propósito, que sería foco de discoteca y que todo el mundo querría ir a bailar donde estuviera yo.

Como mi compañero seguía riéndose, empecé a hacer lo único que podía: parpadear para que la clase viera lo bien que se me daba. Cuando empecé a encenderme y a apagarme conseguí despistar al profesor, que se quedó mirándome, y poco después a todos los alumnos que sonreían y miraban al profesor. Yo estaba orgulloso por lo que había conseguido, pero de pronto mi compañero me miró y me dijo: “¿Se puede saber qué estás haciendo? No te miran porque parpadeas bien, sino porque has interrumpido su clase. Haciendo esa bobada no vas a conseguir que te pongan en una discoteca, solo conseguirás que el profesor mande poner un fluorescente nuevo. Por mucho que te esfuerces, nunca te verán como un foco de discoteca, y si intentas hacer algo distinto para ellos solo serán un fluorescente roto, así que deja de hacer el imbécil”. Me gustaría poder decir que yo tenía razón, pero lo que todos pensaban era lo que acababa de describir mi compañero. Paré de parpadear y me quedé quieto, mirando hacia abajo, alumbrando a la clase, diciendo adiós a mis sueños y haciendo, como siempre dice mi compañero, mi trabajo.


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Hoy publico este cuento por cortesía de Eugenio Cagigal, espero que os guste. Y pensar que este relato surgió porque el fluorescente de clase iba mal y dejó de parpadear poco después de interrumpir la clase... en fin XD

Os dejo el enlace a su canal, donde podréis ver algunos cortos, muestras de instrumentos que él mismo ha creado, etc.

http://www.youtube.com/user/eugeniocagigalamo

6 ene 2013

Warlord Legacy cap 12


Cap 12:Un invitado inesperado
Yolvar y Korin llegaron a un montículo cercano a la mansión de Acadia II y Yolvar utilizó un conjuro para ampliar su campo de visión y ver la ubicación de los guardias y Garras escarlata:
-Bien, creo que podríamos usar la puerta lateral.- dijo Yolvar en un tono sereno y tranquilo
-¿Pero tú estás loco? Es la única puerta que tiene guardias, además, son muchos!.-
-hahah… no te preocupes, conseguiremos que llamen la atención los garras escarlata para poder seguir con nuestra intromisión.-
Acto seguido, Yolvar cogió en su palma un montón pequeño de tierra y acto seguido se convirtió en una pequeña bola de energía marron:
-Busca y destruye.- susurró Yolvar
La pequeña bola de energía fue rauda y se posó en uno de los últimos miembros de Garras Escarlatas
Para seguirlos:
-Seek and Destroy.- dijo Yolvar
Poco después, Yolvar le dijo a Korin de que podríamos entrar fácilmente en un rato. Cuando saltaron las alarmas, todos los guardias se fueron en dirección a los garras escarlata, mientras tanto, Korin y Yolvar aprovecharon para infiltrarse por la entrada lateral. La entrada era bastante simple, los muros eran de ladrillos con musgo creciendo entre ellos y en la cima de los muros se podía distinguir una valla de hierro con forja negra en forma de flecha que se extendía por toda la muralla formando un recinto metálico. La puerta estaba medio abierta, siendo esta una puerta de barras antigua con la inicial A.
-Entramos, vaya, no me imaginaba que esto fuera un castillo tan grande.-
-Exacto, el castillo fue construido en un principio para evitar las invsiones barbaras, es un castillo tipo Actaria.-
El castillo estaba formado por piedras negras y con cuatro torres con forma de prisma octogonal, las enredaderas invadían sus paredes, Korin y Yolvar
No podían perder mas tiempo allí y decidieron entrar pero, ¡cruel destino!, dentro de la sala principal estaban los guardias esperándoles. La sala era espaciosa y tenía una escalera central como si fuera el hall de una mansión de estilo victoriano:
­-Bienvenidos mis queridas ratas, habeis caído en mi trampa.- dijo Acadia mientras bajaba las escaleras.
-Mierda.-
Los guardias es rodeaban y Yolvar comenzaba a crear su espada de fuego.
-Ignis Freure nivel 2.- Dijo Yolvar –Espero que se te ocurra algo rápido.-
-DIOOSSSS!!!.-
Sin pensarlo, Korin lanzó su espada de dos manos con todas sus fuerzas y atravesó el pecho de Acadia II. Mientras que caía, Yolvar se quedaba cada vez mas blanco :
-pe…pe…pero… ¿¡QUE HAS HECHO PEDAZO DE ANIMAL!!???.-
-¿Qué?.- dijo Korin
Tal y como estaban las cosas, Korin tuvo que hacerse paso a puñetazos mientras que Yolvar no daba liberado el sello que puso en Korin y atacando con su espada de fuego:
-No doy sacado a Faust… Yolvar…¿Qué MIERDAS ME HAS HECHO?.-
-Te puse un sello porque sabía que acabarías pifiándola, Sello Liberado!.-
En ese momento, Faust apareció clavándose en el suelo como si de un rayo se tratase y, la cogerlo Korin, se transformó automáticamente en Lehez y al mismo tiempo, se hacía paso para buscar en distintas habitaciones a Covanndre. Finalmente entró en una en la que podría estar y, al entrar en la habitación, apareció en una especie de patio:
-Pero qué….-
El patio se veía un tanto extraño, Al entrar se podía ver que estaba cimentado en piedras rectangulares que estaban desgastadas y a ambos lados había una especie de zonas cuadradas con bancos, arboles sin hojas y barandillas. En la zona frontal, había unas escaleras que guíaban a un recinto rectangular que estaba destrozado hacia el final terminando en un barranco. Korin miró hacia atrás y la puerta estaba cerrada pero era extraño, se veía la fachada del castillo:
-Pero… no puede ser, por este lado estaba el barranco que debía guiar al océano, debería estar en agua.-
Antes de que se diera cuenta, alguien le estaba atacando desde el aire con una espada de dos manos de la anchura de 17cm de un color blanco, el mango era negro y liso y la guardia tenía unas alas blancas gigantescas:
-¡Muy Lento!.- dijo el misterioso sujeto
Korin dejó que Lehez tomara control de él para parar el golpe con una mano y propinarle un golpe con Lehez, pero el sujeto actuó ágil y se retiró  hacia atrás con su magnífica espada. El misterioso sujeto ya le sonaba de antes, o por lo menos su constitución
-JAJAJA… esto parece interesante, un sujeto extraño entrando por primera vez en esta habitación. No percibo sangre azul… solo la familia Aberline puede entrar en esta habitación. Y te presentas tú, con tu túnica negra con detalles metálicos por el pecho y capucha ancha, una maldita máscara blanca con líneas rojas manchada por varias gotas de sangre de tus enemigos, barro y esa maldita expresión. Seas quien seas acabaré contigo aunque, seré menos severo contigo ya que me has hecho un pequeño regalo (buscando en su bolsa).-Dijo el sujeto riéndose
Acto seguido sacó de la bolsa una cabeza por los pelos: era la cabeza de Acadia II.
-Tu… ¿Cómo te has hecho con eso?.-
-Te lo volveré a decir: soy el defensor de los Aberline, pero me quería quedar con un pequeño recuerdo de esta: la cabeza de la última sucesora.-
-¡tsk… si no dejas en paz a los muertos, tendré que matarte!.-
Nada más acabar la conversación, Korin se lanzó hacia el sujeto con fuerza, pero este lanzó la cabeza hacia el aire, se defendió de Korin y volvió a coger la cabeza. Korin, confuso,  trató de atacarle otra vez, pero este le dio con el canto de la espada en la cabeza, desapareció de delante de sus narices y le golpeó por detrás:
-te he advertido, es inútil, soy mejor que tú.-
-Je… ¿acaso has visto mi potencial?.-
Entonces, Korin comenzó a rodearse de un aura azul y su velocidad se incrementó drásticamente:
-Tsk… parece que tendré que ponerme en serio.-
Antes de que acabase de hablar, Korin ya estaba encima de él con aquel brillo azul en sus ojos. Este trató de parar el golpe , pero al pararlo con su espada, Korin cogió su cabeza y comenzó a correr en dirección a la pared y lanzarlo hacia ella, al conseguirlo, este salió del cráter que hizo el golpe de Korin y sin un rasguño:
-¿esto es todo lo que puedes hacer? Me has decepcionado bastante chico.-
En ese momento, Korin comenzó a oír una voz en su cabeza además de la de Lehez:
-Esta vez creo que podré hacerme cargo de ti, no conseguirás escapar.- dijo la voz misteriosa
-Pero qué… no puedo controlarlo….-Dijo Lehez impresionado
En ese momento, del cuerpo de Korin comenzaron a salir unas cadenas gruesas de metal para atarlo en 8 puntos del suelo, entonces, las líneas de su máscara desaparecieron y se transformaron en unas llamas negras en la parte inferior izquierda pintadas sobre la propia máscara.
-Oh mierda, esto es…-
Korin se liberó de las cadenas, pero Lehez estaba guardada, lo único que quedaba en su mano era una arma tipo garra de metal oscura con largas y anchas garras:
-¿estás consciente?.- Volvió a decir el ente misterioso
En ese preciso instante, Korin desapareció ante el y, sin darse cuenta, le clavó la garra por la espalda.
-tsk, creo que tendré que deshacer la ilusión y actuar yo mismo.-