3 sept 2012

La cazadora cazada - Capítulo 4

Me desperté cuando ya había amanecido, acurrucada entre los brazos de Jacob. Él aún dormía. Parecía tan indefenso así... Acaricié los músculos de su pecho hasta llegar a su barbilla, que recorrí con los dedos para continuar con el contorno de sus labios.
Cuando abrió los ojos, me quedé prendada de ellos mientras él acariciaba mi pelo rubio, hasta que me besó. La pasión volvió a invadirnos y volvimos a entregarnos el uno al otro.
Mientras desayunábamos en la cama empezamos a conversar:
- ¿Qué significan tus tatuajes? - me preguntó intrigado.
- La serpiente de la espalda simboliza que soy fría y letal como ella - una sonrisa se dibujó en sus labios - y la mariposa del pecho refleja mis ganas de ser libre.
- Mmm... Creo que te falta algo que simbolice tu ternura...
- ¿Pero yo tengo de eso? - reí.
- Esta noche me has demostrado que sí, aunque yo lo dudaba...
- Bueno y el tuyo, ¿qué? Yo te he revelado mis secretos, ahora te toca a ti.
- El mío es un dragón porque espero tener algún día el valor que tiene esa raza.
Recorrí la silueta de su tatuaje en la espalda y, abrazándole, murmuré:
- No creo que seas un cobarde.
Ahora sé que probablemente se refería a lo que me ha llevado a estar donde estoy.
Seguimos viéndonos cada vez con mayor frecuencia. Normalmente en casa de uno de los dos, aunque de vez en cuando salíamos juntos, pero no hablamos a nadie de que entre nosotros hubiera más que amistad. Estaba enamorada, y cada vez más. Para mí era extraño preocuparme de alguien más que de mí misma, y eso me hacía sentir vulnerable.
Un día mientras me estaba preparando un café en la oficina, sus brazos rodearon mi cintura y sus labios rozaron mis sienes.
- Hola, amor. - susurró.
- Ten cuidado. Nos van a ver - respondí, acariciando su mejilla y mirando alrededor.
- Lo sé, tranquila, no hay nadie.
Me giré para quedar frente a él y rodeé su cuello con mis brazos.
- ¿Quedamos esta noche en mi casa? - propuse.
- Perfecto - Me dirigió una mirada traviesa y, tras comprobar que estábamos solos, se acercó a mi oído. - Pero, ¿no te apetece algo de aventura?
Comenzó aprisionando el lóbulo de mi oreja con los labios y siguió bajando por mi cuello. Le sostuve la cabeza con mis manos y le besé:
- No pensé que a ti también te excitara esto. - susurré.
Me levantó y me sentó sobre la encimera. Solté sus pantalones mientras él me remangaba la falda y me abría las piernas. En el momento cumbre de nuestra unión, a la vez que mi boca recorría su torso desnudo, la puerta se abrió y entró Julia, la secretaria de Jones, y la mayor admiradora de Jacob, que tenía varias en la oficina. Al vernos, su cara se desencajó y salió a toda prisa.
- ¡Mierda! - maldije.
- ¿Qué pasa? - preguntó Jacob sorprendido mientras yo le apartaba.
- ¿No la has oído entrar? Nos han pillado. ¿Pero cómo no te has enterado? - le recriminé al tiempo que nos vestíamos.
- Creo que estaba algo ocupado, ¿no te parece? - respondió, molesto - ¿Quién era?
- ¡ Ese es el problema! Julia, la presidenta de tu club de fans. Ahora estará contándoselo a todos.
- Amanda, tranquila, no creo que diga nada - me consoló.
- ¡ No me digas que me tranquilice! Esa tía me va a joder porque desearía ser ella a la que te estabas follando.
- Mírame a los ojos: no te va a joder, no puede hacerlo. - La seguridad de sus ojos grises disolvió parte de mi miedo - Ahora lo que tenemos que hacer es fingir que no ha pasado nada y evitar que nos vean juntos, ¿de acuerdo?
Asentí, arreglándome el pelo. Él salió de la habitación enseguida. Al volver a mi mesa, sentía las miradas asesinas de todas las mujeres posadas sobre mí, pero logré recuperar mi frialdad y, en algunos casos, incluso clavé la peor de mis miradas en un par de ellas, que se acobardaron.

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