El concierto había llegado a su fin y el sudor hacía que su
camiseta se la pegara cada vez más al cuerpo. Abrió la puerta de su casa
despacio, intentando no despertar a su compañera de piso, lo cual no era
complicado ya que ésta dormía como un lirón. Subió las escaleras en dirección
al baño con la clara intención de tomar una ducha. Una vez dentro se despojó de
su ropa y dejó correr el agua caliente por su cuerpo, mientras recordaba las
emociones vividas al ver a sus ídolos subidos en el escenario, al verlo a él en
concreto justo en frente de ella. Su aspecto de chico malo, pero a la vez su
cara angelical la hacían perder la completamente la cabeza.
Su pelo húmedo se le pegaba a la espalda. El agua continuaba
resbalando por su cuerpo, por sus hombros,... Cerró el grifo y recogió su
toalla morada, que enrolló alrededor de su pecho. Tomó su ropa y puso rumbo a
su habitación. Al abrir la puerta y encender la luz se percató de que alguien
se encontraba tumbado en su cama... era él.
- ¿Tú? ¿Qué... qué haces... tú aquí?- tartamudeaba debido a
su nerviosismo. Él, su estrella, su ídolo estaba en su habitación, en su cama.
- Te he visto en el concierto, en primera fila, y que decir
tiene que has captado mi atención, sino no estaría aquí.
Si, era tremendamente arrogante, pero esa era una de las
cosas que precisamente más la atraían de él.
- Yo... yo...- no sabía que decir. No podía articular más de
dos palabras seguidas sin temblar y ponerse nerviosa.
- Ven, acércate- se levantó de la cama y la tomó de la mano.
En comparación con ella su piel era mucho más fría, debido sin duda al
contraste de temperatura tras haber salido de la ducha.
Realizó un movimiento brusco con la intención de alejarse de
él, haciendo que su toalla cayera al suelo. Él bajó la vista recorriendo su
cuerpo con la mirada. Ella cada vez se sonrojaba más, pero en lugar de
agacharse a recogerla, se quedó observándole. En ese momento la tensión
acumulada entre los dos estalló y se acercaron el uno al otro. Las manos de él
empezaron a recorrer su espalda y su cintura mientras sus labios buscaban los
de ella con urgencia, con pasión. Ella por su parte correspondía a sus besos y
sus caricias mientras intentaba desabrocharle el cinturón y el pantalón. Una
vez quitados estos se dirigieron a la cama con la intención de continuar con lo
que habían empezado. La camiseta de él cayó al suelo, siendo esta la última
prenda que separaba ambos cuerpos.
Las caricias de él aumentaban de intensidad por momentos y
los besos de ella hacían que él se volviera cada vez más loco. Deseaba
poseerla; no había sido mala su elección cuando la había visto en el concierto
con su pelo largo y castaño ondeando al viento y pegando saltos y gritos de
alegría al verles. Algo le había hecho desear conocerla, aunque no de aquella
manera. De todas formas, la situación le servía.
La tensión entre ambos se iba notando cada vez más. Sus
cuerpos cada vez estaban más juntos, así que aprovechando la ocasión él decidió
aumentar de intensidad. Su miembro buscaba con urgencia el de ella, y sin
dudarlo ella se dejó hacer. Sentía su sexo entrando y saliendo dentro de ella,
la hacía sentirse tan bien. Era él, su amor platónico, aquel chico por la que
todas suspiraban. Los jadeos de ambos fueron subiendo de volumen a medida que
iban aumentando el ritmo. Sus cuerpos sudorosos se encontraban imbuidos de
placer. Tras una última embestida ambos se dejaron ir a la par. Tumbados en la
cama, el uno junto al otro, comenzaron a hablar como si se conociesen de toda
la vida, a pesar de que solo habían compartido una escena de sexo fugaz. Ella
fue la primera en quedar dormida, con una sonrisa en los labios que delataba lo
que había ocurrido. Él la observaba atónito, sin llegar a saber como él, el
dios del autocontrol, de la arrogancia, el chico más frío del mundo había llegado
a sentir eso por alguien.
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A la mañana siguiente se despertó. No había nadie a su lado,
él se había ido. Empezó a pensar que todo era un sueño, pero su ropa interior
tirada en el suelo delataba todo lo ocurrido la noche anterior. Se ató la bata
y bajó las escaleras con la intención de desayunar. Allí estaba él, con la
misma ropa del concierto de la noche anterior preparándola el desayuno. Se
miraron sin saber que decirse o que hacer; ella dio un paso al frente y se
acercó a él abrazándolo. él por su parte dejó lo que estaba haciendo y la
abrazó como si aquel fuera el último sus días.
- Te quiero- fue lo único que salió de los labios de ella
antes de que él los cerrara con un beso.
- Y yo a ti. Creo que podré acostumbrarme a esto- y sin
decir más la agarro de la cintura la cogió en brazos y se dirigieron a la sala
a revivir los recuerdos de la noche anterior.
Hola chicos. Ya sé que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que subí un relato pero bueno, la universidad es lo que tiene. Os traigo hoy un relato algo erótico, como el anterior que os subí. Espero que os guste
Ey, Lily no ha muerto! Jo, menos mal que entre Dark_Lucasnio y tú mantenéis el blog vivo, si dependiese de mi apenas tendría actualizaciones XD
ResponderEliminarEn otro orden de cosas... se ve que le estás cogiendo el gustillo a este tipo de relatos, eh? Te ha quedado bastante bien, demasiado pasteloso y surrealista en mi opinión, pero entretiene.
Sigue así ^^
No, no me he muerto, solo que mi tiempo libre escasea mucho jeje
EliminarLe he cogido demasiado gusto a este tipo de relatos. Tengo la líbido últimamente por las nubes.